Javier Gerardo Milei cumple este 2025, 55 años. De pasado difícil, suele comentar que su padre fue chofer de colectivo, aunque en realidad se trataba de un empresario adinerado. Fue un deportista que no logró prosperar (atajaba en las categorías juveniles de Chacarita, pero nunca fue considerado para el equipo principal) y un músico con escasa destreza (formó una banda en la que intentó ser vocalista, pero según quienes lo escucharon, su propuesta era más estética que musical). Finalmente se orientó hacia la economía, carrera que cursó en la Universidad de Belgrano, financiada por su progenitor, quien lo hacía con cierta resignación, cansado de sus desvaríos.
En cuanto a su etorno familiar:
Sus padres son Norberto Horacio Milei y Alicia Luján Lucich, miembros de una familia con un alto nivel socioeconómico que residía en el barrio porteño de Palermo cuando nació su hijo mayor. Javier tiene una hermana, Karina Elizabeth, quien también participa de los negocios familiares.
Lejos de ser un simple colectivero, su padre fue un empresario del transporte, con participación en compañías como Francisco de Viedma S.A. y Empresa de Transportes Tte. Gral. Roca. En alguna oportunidad tuvo inconvenientes con la AFIP por incumplimientos tributarios.
La relación entre Javier y su padre fue tensa y complicada, marcada por una figura paterna autoritaria y distante. Como ocurrió entre Franco y Mauricio Macri, entre ellos prevaleció un vínculo basado más en el dinero que en el afecto, lo que generó un lazo disfuncional que todavía repercute en la estabilidad emocional del economista.
Negocios familiares:
En 1993, el padre de Milei creó una nueva sociedad, Campo La Ponderosa S.A., destinada a la producción intensiva de ganado (feedlot). Esta actividad vinculada al campo ayuda a explicar el discurso crítico de Milei hacia las limitaciones a la exportación de carne.
En el mismo sector agropecuario, también encabeza Buena Yunta S.A., fundada en 2007, con explotaciones en la localidad de Azul, Buenos Aires. Además, el padre incursionó en el negocio inmobiliario como socio de Graviar SRL, establecida en 2011. Se estima que el patrimonio familiar alcanza varios millones de dólares.
Bienes en el exterior
Como era previsible, los Milei no sólo cuentan con activos en la Argentina. En enero de 2015 fundaron Alkary Investments LLC, registrada en Miami, donde tanto los padres como Karina figuran como directores.
También poseen inmuebles en esa ciudad. Uno de ellos se encuentra en el exclusivo condominio 4010 South Ocean, inaugurado en 2019. La familia es propietaria del departamento 901, tasado en 626.310 dólares. Esta unidad, que cuenta con dos habitaciones y dos baños, ofrece vista al mar y se encuentra en un complejo con dos piscinas de lujo y una cancha de tenis.
Sin embargo, también allí enfrentan dificultades financieras. El 8 de febrero de este año, fueron demandados por Italbank International Inc. por el impago de una hipoteca. El expediente fue presentado en los tribunales del Condado de Broward, Florida, bajo la causa CACE21002674, a cargo de la jueza Andrea Ruth Gundersen.
A su vez, la firma offshore Alkary Investments LLC también fue llevada a la justicia en agosto por INVICTUS RESIDENTIAL POOLER LP, en otra causa de ejecución hipotecaria radicada en el Condado de Miami-Dade.
Paralelamente, la familia tuvo otras sociedades registradas en el extranjero, como Alkanor Investments LLC, creada hace dos años y que actualmente se encuentra inactiva.
Pseudo-saber y agresividad:
Las frustraciones personales y el vínculo conflictivo con su familia empujaron a Javier Milei a forjar una personalidad rígida, en la que parece hallar estabilidad, aunque sin reconocer límites. Su forma de posicionarse en el espacio público descansa principalmente en dos recursos: una erudición aparente y un tono confrontativo.
En lugar de generar ideas propias, recurre una y otra vez a los postulados de los economistas de la Escuela Austríaca, citándolos en entrevistas, conferencias, libros y columnas de opinión. Su reiteración llega al punto de apropiarse de esas ideas como si fueran originales, transformando sus intervenciones en versiones poco disimuladas de trabajos ajenos. Esta estrategia le permite construir un discurso saturado de tecnicismos, que busca impresionar a quienes no están familiarizados con la teoría económica, dando una falsa imagen de autoridad intelectual.
Cuando se ve superado o desafiado fuera de ese marco limitado, recurre a su segunda herramienta: el agravio. Su reacción habitual ante la discrepancia suele ser la descalificación, sin filtros, muchas veces bordeando la violencia verbal. Encerrado en el personaje que él mismo ha creado, este comportamiento lo lleva, en más de una ocasión, a adoptar actitudes cercanas al autoritarismo más extremo.
La pregunta es, buscamos algo diferente.. ¿Con los mismos de siempre?