miércoles, diciembre 11

The Wall Street Journal analizó el progreso de la Argentina de Milei: alianzas políticas y reformas económicas en juego

El reloj corre para las reformas del presidente libertario: avances económicos, tensiones políticas y un futuro incierto en su segundo año de gobierno

Javier Milei enfrenta un desafío intenso en su segundo año al frente del gobierno argentino, según detalla Mary Anastasia O’Grady en una columna de opinión para The Wall Street Journal. A pesar de los esfuerzos significativos para reformar la economía argentina, advierte que “el tiempo se acaba”. La administración de Milei dispone de poderes legislativos especiales que expiran en junio, y la rapidez con la que actúan es crucial para evitar un retroceso en las reformas.

La economía argentina, heredada de su antecesor, Alberto Fernández, incluye un déficit fiscal considerable, deuda en aumento e inflación superior al doscientos por ciento en 2023. O’Grady destaca que Milei anticipó desde su investidura que la recuperación sería “dolorosa”. Entre las acciones que ha tomado se encuentra la eliminación del control de alquileres y la modificación de regulaciones económicas, buscando reducir el “cinturón regulatorio” que enfrenta el país.

Federico Sturzenegger, encargado de la desregulación del gobierno, es central en esta misión, señala O’Grady. Su tarea es “profundizar y ampliar” lo iniciado por Milei, enfocándose en un mapa regulatorio de más de cuatro mil leyes y setenta mil decretos que, según él, desincentivan la inversión y obstruyen la productividad. Sturzenegger apuesta por derribar esta estructura en un tiempo limitado antes de que el gobierno pierda su capacidad de actuar con autonomía.

La confianza pública es un tema en el que Milei ha logrado destacar, obteniendo una aprobación superior al cincuenta por ciento. Sin embargo, la columna de O’Grady recuerda que “los expertos tienen motivos para estar preocupados” debido a la dependencia del gobierno en la inflación para reducir el gasto social en lugar de implementar reformas estructurales. Hay un escepticismo creciente sobre si estas medidas pueden realmente sostenerse a largo plazo sin una base sólida de reformas.

El historial económico de Argentina no inspira confianza sin esfuerzos estructurados, así ha argumentado O’Grady. La presión sobre el peso sigue siendo alta, y el país es “muy caro en términos de dólares”. La decisión de Milei de no cerrar el banco central ni dolarizar, promesas clave de su campaña, podría ser un “cálculo fatal”, en especial considerando que los controles de cambio y capital todavía persisten.

A la par, los cambios a nivel micro son alentadores. Sturzenegger ha informado que la desregulación ya ha provocado descensos de precios en áreas específicas como textil y agrícola; no obstante, “solo se ha completado un 20% del trabajo”, lo que resalta la urgencia de alcances futuros. El esfuerzo por simplificar los registros de productos y la complejidad burocrática para iniciar negocios son pasos significativos que demuestran avances tangibles.

En cuanto a la política, la columna de O’Grady no olvida mencionar la complicada negociación con Cristina Kirchner, lideresa del partido peronista, quien impacta directamente la capacidad de Milei para legislar de manera independiente. Esto genera inquietud en los defensores de las instituciones legales y el estado de derecho en Argentina.

Entre tanto, el riesgo país se ha reducido drásticamente y se espera que la recesión haya terminado, con previsiones de crecimiento para el próximo año en el rango del cuatro al cinco por ciento. O’Grady considera que “el aterrizaje más suave de lo esperado” es una hazaña que nadie imaginaba factible un año atrás. Sin embargo, este alivio podría ser efímero si la oportunidad actual no se convierte en reformas duraderas y estructurales que aborden las causas fundamentales de las dificultades económicas de Argentina.

Mary Anastasia O’Grady, quien escribe para The Wall Street Journal, invita a observar las reformas del gobierno de Milei con atenta expectativa, señalando que aunque hay señales prometedoras, el futuro aún es incierto y el “reloj sigue corriendo”.